sábado, 11 de diciembre de 2010

ochocientosonce

Amanece, el día hoy es diferente. Un sentimiento de calor, cerca de mi lado izquierdo en el pecho, me comprime hasta sentir un latido con solo rozar con las yemas de mis dedos. El sol golpea mi cara, que descansa sobre el acolchonado. Siento un apretón en mi mano izquierda, una presión sobre mi cuerpo. Tengo complicaciones para abrir por completo mis ojos en el "interlude", entre el sueño y el despertar, así que solo veo una silueta, que aunque me resulta familiar, me cuesta trabajo reconocer.
Una bocanada de aire, que al parecer es el aliento de la familiar silueta, me hace reconocerte. La inercia se apodera de mis sentidos y puedo decir: te amo, con la facilidad con la que devolví el apretón que se manifestó hacia mi mano izquierda. "Buenos días mi amor", dijiste y desperté a la vida de nuevo.