lunes, 8 de marzo de 2010

Leche para beber

El sol no salía, parecía no aparecería.
Me uno a tus labios dentro de una capsula natural que se ubica sobre la ciudad.
Bastaron tus brazos al rededor de mi, unos cuantos pasos de baile y 60 flashes para llamar el sol.
Y el sol mantuvo nuestra energía que se consumió rápidamente por unos instantes.
La calle empedrada no nos impide deslizarnos de esa forma encantadora que solo tu y yo podemos hacerlo. Disfruto tratar tomar su mano sin ver si puedo alcanzarla, y después encontrarla sin ninguna dificultad.
La noche crea el ambiente perfecto para estar los tres bajo el mismo techo, y me siento como en casa.

Yo quería escribir primero...

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