Saliendo de el almacén, soplaba un fuerte aire que me arrastró hasta un lugar; nuestra tienda, bueno, nuestro cajón de estacionamiento frente a la tienda de revelado de fotografías. Había ahí un carro que creí me parecía familiar, pensé que tendría que ser verde, pero no alcancé a divisarlo con claridad, mi hermana mi jaló de la manga del suéter. El hombre que nos trajo nos está esperando en el carro, me dijo desesperda.
Regresé a mi casa con una esperanza guardada en el bolsillo secreto que está dentro de mi morralito. Me despedí del hombre con una sonrisa algo forzada, deseando que fueras tu. Cerré la puerta. Miré la calle por su ojo. Nada.
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